La libertad de expresión es decir lo que la gente no quiere oír.(George Orwell)


BLOG DE PERIODISMO URGENTE



viernes, 27 de marzo de 2009

EL BECARIO SMS

Llega la primavera. Con sus alergias, su olor a vacaciones, sus fríos, sus calores, su crisis insondable, su diarrea de despidos y a pesar de todo, con sus procesos de selección de becarios para trabajar este verano en las empresas que aún no han echado el cierre.

Quizá esta figura laboral insegura, poco preparada por naturaleza, casi siempre inquietante y a veces desafiante, esté cada vez más presente en las plantillas de muchas compañías ya que las y los becarios son baratos que es lo que cuenta para la planta noble.



Tengo el honor de leer los currículos de muchos aspirantes que pretenden hacer prácticas. Chicos y chicas, todos ellos, con estudios secundarios o alguna diplomatura, como mínimo, a los que se les supone la habilidad de escribir un e-mail utilizando la lengua materna con la que han estudiado hasta la fecha.



No he podido resistirme. Hace unos días recibí un correo electrónico de uno de estos becarios. Omito todo dato que pueda ofrecer pistas sobre su identidad porque es lo de menos, pero transcribo textualmente cada palabra, cada letra, cada espacio, cada... en fin. Nuestro becario dice así:





"... Me pongo en cntacto con ustd, despues d nuestra conversacion telefonica, para ver si seria posible realizar mis practicasb de formación con ustedes,





Soy estudiante de 2º de la Escuela de Artes y la posibilidad de de poder formarme en su empresa, sería algo muy importante para mi y para mi formcaión,





No hago esto solo por tner una salda profesional si no porq es lo q me gusta y soy una persona decidida q lucho por lo q kiero cueste lo q me cueste.



Les ruego tengan en cuenta mi petción y les doy las gracias anticipadas por su atnción.Un saludo cordial..."



Después de descifrar este texto me planteo tantas cuestiones en mi cabeza que la tengo a punto de estallar. Aún no me he atrevido a leer el archivo con el curriculum que venía dentro de este e-mail. No he tenido valor y lejos de hacer escarnio de quien lo ha escrito, sigo perplejo. ¿Qué clase de formación estamos dando a nuestros estudiantes que son incapaces de confeccionar un pequeño texto en castellano solicitando trabajo en una empresa?



No, no vamos a escudarnos en que sea un caso aislado, que es el argumento socorrido de los que ante lo flagrante, niegan siempre la mayor. Y lo peor es que los profesores de secundaria, de los institutos, de la universidad, de los centros de estudios en general y de cualquier entorno académico con los que he consultado este caso me miran con ternura.



Todos coinciden en que estamos ante el pan nuestro de cada día, ante el resultado de la generación SMS, formada por chavales y no tan chavales, urbanos o rurales que escriben como hablan, que no leen, que no escuchan, que no redactan, que no tienen interiorizada la norma mínima del lenguaje que utilizan y que todas sus frases escritas o habladas empiezan por: "...la verdad que...", se les pregunte su nombre o el del pintor del cuadro que tienen delante.



En una idea, que no están preparados y que su única cualidad como posible becario o futuro trabajador sustituto de otro con experiencia es que es joven, maleable y "q lucha por lo q kiere cueste lo q cueste".

martes, 24 de marzo de 2009

EL CACHORRO HUMANO


He dudado mucho a la hora de escribir algo sobre el aborto. Porque hacerlo siempre supone tomar partido. Es tan difícil que incluso ofrecer argumentos para equilibrar la balanza ya supone una opinión neutral que molestará a quienes piensen de una forma o de otra. Pero éste es un blog libre y creado para expresarnos a pesar de que duela, al que escribe y al que comenta, si es que lo hacéis.


¿ Y si nos quitamos de encima el juicio previo que tenemos sobre la materia y nos acercamos a la esencia del problema? He intentado hacer este ejercicio y he descubierto que en cada uno de nosotros está la respuesta, como ocurre casi siempre, pero también que necesitamos un nuevo marco que nos regule. Para empezar, la gran mayoría de los abortos que se practican en España son la solución a un embarazo no deseado y no debido a circunstancias excepcionales: a que pongan en peligro la vida de la madre, a una violación o a una malformación grave del feto.


No tengo estadísticas actualizadas de lo que escribo pero afortunadamente hay un porcentaje pequeño de embarazos por violaciones, de partos en los que la madre está en peligro de muerte al parir y otro pequeño tanto de recién nacidos con malformaciones realmente graves. Es decir: los supuestos extremos para abortar son minoría, excepciones que confirman la regla.


A pesar de ello, existen. Y el Legislador, lo mismo que se ocupa de otros problemas sociales, debe contemplar qué hacer en esos casos, porque al menos la madre debe tener derecho a decidir si tener un hijo después de ser violada, o si está dispuesta a morir en el parto, por ejemplo. Yo nunca seré madre pero al menos, me gustaría poder tomar esa decisión extrema y no ir a la cárcel por lo que decida.


Pero quitándonos por unos minutos los "pre-juicios" de la cabeza, seamos sinceros todos y todas. Hay debates que no se sostienen más que por un interés partidario. Sabemos perfectamente que un embrión fecundado es lo que es: un futuro ser humano. Y sólo si estamos dispuestos a abortar nos forzamos a negarlo cuando basta con dejar pasar nueve meses para saber que en efecto así será. Lo mismo ocurre con cualquier semilla fecundada en la naturaleza.


Que no queramos o no nos sintamos capaces de tener a ese hijo es otra cosa, discutible y respetable. ¿Nos plantearíamos esa duda si lleváramos tiempo queriendo tener un hijo y por fin lo concebimos?. No. Estaríamos muy contentos por fin de habernos quedado "embarazadas"; estaríamos buscando nombre y una cuna a juego con el color de la pared y no dudando de si ese feto es o no como nosotros. Luego aceptemos con todas sus consecuencias que si abortamos estamos interrumpiendo la llegada de un futuro ser humano. Y esto tampoco es una opinión.


El problema es que no todos somos iguales, ni tenemos la misma condición de vida. "Yo soy yo y mi circunstancia", decía Ortega y Gasset y por eso el aborto debe regularse. Porque es un problema personal que cada uno debe solucionar con su conciencia y después ajustarse a la ley, pero eso tampoco tiene nada que ver con la religión, así es que, por favor, que nadie nos de lecciones de naturaleza ni compare una cría de lince con un "cachorro humano", como diría R. Kipling en el Libro de la Selva.


Un feto es lo que es, una nueva vida preparándose para nacer, pero no podemos evitar que la madre decida sobre él, porque al final, hará lo que quiera y si está desesperada, lo hará en las peores circunstancias y demasiado tarde, que es lo que pasa ahora.


Hay algo en la nueva ley que se prepara que me ha hecho pensar mucho: en caso de malformaciones en el feto sólo se podrá abortar si dichas malformaciones suponen la inviabilidad del feto. En este punto, reconozco que no me gustaría estar en el papel de la madre. Me preguntaría cosas como ¿hasta qué punto estará mal formado, podría ser feliz a pesar de todo, tengo derecho a darle una vida tan desgraciada?, ¿y a quitársela antes de que nazca?, pero me lo preguntaría yo, otros quizá no. Por eso debe haber una ley que lo regule. Para esos casos minoritarios la futura ley preve la posibilidad de interrumpir el embarazo hasta la semana 22.


Ahora llega la hora de la verdad: abortar porque nos da pereza cambiar de vida, porque supone muchas responsabilidades, porque nos viene mal, porque acabamos de encontrar un trabajo, porque nos echaran de él si seguimos adelante, porque queremos seguir viviendo cómodos, o no nos vemos con fuerzas o recursos suficientes para tener un futuro hijo cuyo embrión se ha fecundado... Para todos esos casos mayoritarios la futura ley propone el aborto libre hasta la semana 14. Habrá un límite de plazo para eliminar ese embrión y no permitir que crezca y sea cada vez más humano.

Puede que no sea, en efecto, la mejor solución, pero sin duda pondrá coto a todos esos supuestos psicológicos que en muchos casos son excusas para no afrontar un embarazo no deseado (seamos sinceros, que ahora nadie nos ve): somos hijos de una sociedad moderna, que nos ha educado en un patrón basado en el éxito personal, en la cultura de la satisfacción inmediata, (lo quiero y lo quiero ya), todo eso no cuadra mucho con aceptar de golpe un embarazo inesperado que supone entrega, sacrificio, generosidad y un freno a nuestra proyección personal.


Por eso la educación sexual es básica y por ahí pueden reducirse muchísimo los embarazos no deseados. Tener relaciones sexuales no es un juego de niños es un juego de adultos con consecuencias serias cuya solución no debería ser el aborto o la píldora del día después, tan dañina si se abusa de ella. Hay medios para evitarlo y ahí las mujeres deben ser las primeras en salvaguardarse, porque el embarazo lo sufren ellas, no nosotros. Hay muchas maneras de evitar un embarazo...y un aborto.

Ya veis, qué más da la opinión sobre el aborto. A veces, confundimos nuestra opinión con la necesidad real de regular un problema. La sociedad no tiene conciencia, la tenemos los individuos. Y si los individuos decidimos tener hijos, no estaría de más hablarles de este asunto poco a poco para que sepan lo importante que es traer al mundo a un cachorro humano.

viernes, 13 de marzo de 2009

11-M: CINCO AÑOS NO ES NADA



Hace cinco años, el 11 de marzo de 2004, muy de mañana, salté de la unidad móvil casi en marcha rumbo a los andenes de la estación de Atocha. El SAMUR me había llamado pocos minutos antes para decirme que había ocurrido algo "muy gordo", pero que no me podía dar detalles. Salí como el rayo de la redacción de la cadena de radio Onda Cero, no por lo de las explosiones, sino por el tono de voz del portavoz municipal.
Conozco a esos tipos de las ambulancias y no se desencajan a la primera. Dejé al técnico de la móvil montando la antena y no volví a verle hasta las tres de la tarde. Una grabadora de casette, y un teléfono móvil con dos baterias me bastaban para entrar en directo y contar la peor noticia de mi vida. Al final de aquél día me prometí no volver a saltarme un precinto policial jamás, aunque no sé si hoy mantendría esa promesa.
Han pasado cinco años, y la memoria sigue borrando los peores detalles, pero aún conservo en la retina aquél ejército de heridos aturdidos y desplomados que se morían a un lado y a otro de la vía. Los servicios de bomberos, policía y personal sanitario hacían lo que podían y yo estaba allí, en un escenario de guerra, con mi grabadora "on the record" y mi teléfono móvil, en directo para "Protagonistas" de Luís del Olmo, como un personaje fuera de lugar, en la película equivocada.
Mi voz sonaba en pleno silencio, tan nítida que me sobrecogía escucharla, mientras narraba lo que veía sobre las vías del tren junto a la calle Téllez. Era el ruido sordo que queda después del holocausto, donde el humo, el olor a quemado, los lamentos y la sangre no podían describirse en una frase coherente, por mucho oficio que hubiera tenido. Sólo los móviles de quienes ya no vivían y que sonaban sin parar se encargaban de despertarme de la peor pesadilla.
Cinco años después, me quedo con los vecinos tirando mantas, almohadas y botellas de agua desde los balcones, me quedo con la actuación acelerada de los bomberos para sacar a la gente de los trenes y con el record mundial de salvamento de vidas que los miembros del SAMUR realizaron aquella mañana. Reanimaban cuerpos en cuestión de segundos y cuando un viajero daba señales de vida, a la ambulancia y a por otro, como si estuvieran en un campeonato del Guiness. Aquellos tipos de amarillo eran ángeles humanos que no tuvieron tiempo ni de ponerse las alas para trabajar. Les quiero, aunque no me salvaron a mí, les quiero.
Después, llegaron las primeras pistas y la sombra de los aviones del 11-S sobre nuestra memoria. ¿Aquí, en Madrid, sería posible?Luego aparecieron los políticos, las declaraciones, y todo eso que, a mediodía, me devolvió al planeta tierra. Salí de la zona cero triste, abatido, invadido de caras de dolor y de otras que ya no sufrían porque no las veía, tapadas con mantas de aluminio. Llegué a la redacción hundido, sabiendo que aquello me marcaría para siempre. Cinco años no es nada. Los días han pasado deprisa sobre todo para quienes el tiempo ya no cuenta.

martes, 10 de marzo de 2009

HASTA HOY, GARZÓN



En mi país hay un juez tan hiperactivo que ha sobrepasado la barrera del sonido, qué digo, la velocidad de la luz. Su nombre ha dado la vuelta al mundo occidental tantas veces, tan deprisa, como él nunca soñó.

Su nombre es Baltasar Garzón, azote de "narcos" legendarios como Laureano Oubiña, de ministros y viceministros socialistas por él encarcelados que pagaban a policías españoles con carnet de secuestradores, de banqueros corruptos de guante blanco, de asesinos a sueldo, de terroristas islámicos, de dictadores vivos o muertos de los que salen en las enciclopedias como Pinochet en Chile o Cavallo en Argentina. A Franco no lo pudo desenterrar, pero faltó poco.

No puedo olvidar las madrugadas que pasé cerca de él, junto al juzgado número 5 de la Audiencia Nacional cuando instruyó el caso GAL, sobre los culpables de la guerra sucia contra ETA. En aquellas noches, pasaba horas sentado en las frías escaleras de acceso a su despacho. La información goteaba por debajo de la puerta como el agua de una caldera vieja: inesperada, contaminada y tóxica. Sus diligencias se filtraban interesadamente, a unos periodistas sí a otros no. Todo dependía de su estrategia judicial, envuelta en un halo de misterio que nos volvía locos a todos los que alguna vez cubrimos noticias en la Audiencia.

Verle salir de su despacho para ir al lavabo levantando una ceja era motivo suficiente para saber que tal o cual imputado se iba en libertad o ingresaba en prisión. Y la llegada del motero de Telepizza a su juzgado a medianoche era lo peor: nos quedábamos a cenar hasta la madrugada. Sin duda, Pilar Urbano acertó cuando le llamó en su biografía autorizada "El hombre que veía amanecer".

-Podéis ir a cenar, que esto va para largo-, nos decía con su voz aguda y rota, seguramente, lo que menos le gusta de sí mismo.

Hasta hoy, era para muchos el juez total, capaz de citar al mismísimo Barack Obama si descubriera que un sólo céntimo de su campaña electoral no estaba justificado. Como el agente federal Elliot Ness contra Capone, como el fiscal Jim Garrison en el caso JFK, como su admirado juez Giovanni Falcone, asesinado por la mafia. Garzón iba camino de ser uno de ellos, un héroe de una pieza, insobornable, que hacía sentirnos tan poca cosa a los que alguna vez hemos hecho algo malo...
Pero el héroe ha caído. Porque el Supremo tiene probado que Garzón ocultó que ganó 203.000 dólares por diversas actividades docentes en el Centro Rey Juan Carlos I de España y en el Centro Derecho y Seguridad de la Universidad de Nueva York durante los 15 meses que estuvo de excedencia. Mientras, seguía cobrando el sueldo de juez. Dice que declaró ese dinero a Hacienda, pero nunca dijo a sus superiores que iba a ganarlo. Si lo hubiera hecho, no le habrían dejado irse. Ha cometido una falta «muy grave», a sabiendas, según la Ley del Poder Judicial.

La Ley, esa que se escribe con mayúsculas, también es para él y no parece haberse dado cuenta. Lo que ha ocurrido puede acabar con su carrera justo cuando quiere ser presidente de la Audiencia. Ya nada será como antes. Todos podíamos discutir sus métodos, su peculiar forma de instruir sumarios, pero seguíamos respetándole. Hasta hoy, Garzón. Ya no le miro con los mismos ojos. Ha cruzado la línea. Está entre nosotros, los que a veces somos malos.

jueves, 5 de marzo de 2009

UN GRAN PROBLEMA


"Disfruta la vida, es más tarde de lo que crees". Leo y releo con frecuencia la frase grabada en el anillo de mi dedo índice desde que me lo compré. Nunca me ha gustado ir con adornos en las manos pero cuando lo vi en una exposición de piezas de plata hechas a mano, creadas por la diseñadora María Malo, sentí la necesidad de romper la palabra "nunca" y hacer mío este aforismo.
Hace ya tiempo de eso y sin querer, poco a poco, he practicado cada día el contenido de su mensaje. Desde el principio comprobé lo difícil que resulta vivir la vida como si éste fuera el último día. Hay una corriente predefinida (mainstream, que dicen los sociólogos americanos) que me arrolla cada mañana, haciendo que me ocupe de lo urgente y nunca (¿no había dicho que rompía esa palabra?) de lo importante.

Me paso la vida preparando la vida. Y la vida, esa que tengo en la cabeza, nunca llega. Me ha costado y mucho, dejar de vivir en un agobio crónico, como si no hubiera otra cosa más necesaria que preocuparse por todo. Sólo la rutina puede hacer realmente que nos lo creamos. Lo que queremos, lo que necesitamos no es más que una conducta aprendida que hay que desaprender. No es culpa nuestra, viene de largo.

¿Y cómo se aprende a no preparar la vida, a no esperar demasiado de ella? hay una praxis que funciona. Como funcionan todas las cosas que provienen del sentido común. Sólo hace falta un poco de paciencia y ganas de revisarse uno mismo. Esto requiere práctica pero en poco tiempo (no os miento, hablamos quizá de semanas) es fácil descubrir que en casi todos los cajones que se amontonan en la mente había mucha insatisfacción. Demasiada. Tanta que no sabe uno por dónde empezar. Ahí está la clave.
No hay que empezar por ningún sitio. La insatisfacción era un gas tóxico que respiraba cada día porque me mantenía en tensión, me hacía progresar (no siempre en la buena dirección) y me embriagaba como lo haría cualquier estupefaciente. Pero si ventilamos bien desaparece.

Es el momento del sentido común: ¿qué es lo único que nos haría olvidar la insatisfacción? un Gran problema. Puedo escribir en estas líneas el que quiera, siempre que imagine un Gran problema, uno de verdad. Algo que marque mi vida o las de los que más quiero con el marchamo ineludible de la muerte. Porque sólo ante un Gran problema reacciona el ser humano que llevo dentro.

Sólo entonces se airea la mente de ese gas nauseabundo de insatisfacción. Sólo cuando la amenaza es grave se despeja mi mirada de la neblina caprichosa llena de proyectos innecesarios, ambiciones, quejas atolondradas e injusticias que hasta entonces me hacían ser infeliz. Pongamos que alguien me dice: te quedan seis meses de vida, y el mundo se viene abajo.

¿Qué ocurriría en ese momento?, que comenzaría una etapa de redención, en la que querría a todo el mundo y querría que todo el mundo me quisiera, aunque quizá fuera demasiado tarde; una etapa en la que buscaría a todos los que antes evitaba para darles lo mejor de mí. Leería libros sobre la felicidad, disfrutaría con el olor a tierra mojada o el trino mañanero de los mirlos que se acercan a mi ventana, sería más sensible a todo y lamentaría haber perdido tiempo por el camino, mientras respiraba insatisfacción. ¿Por qué cuesta tanto ser así cada día y no sólo cuando ya no hay remedio?, ¿estoy hecho así, para sufrir por no poder tener siempre más?

Sólo el día que tenga un Gran problema dejaré de respirar gas, comenzaré a respirar oxígeno y entenderé que no valía la pena estar insatisfecho. En estos tiempos difíciles, en los que parece que el infierno está en la cola del paro, no hay como imaginarse saliendo del médico con malas noticias. Sólo entonces comprendería que todo lo que aún no tengo, en realidad es que no lo necesito. Y no quiero darme cuenta de ello demasiado tarde. ¿Voy a esperar a que llegue ése día maldito? Mejor me dedico a ser feliz como si realmente me muriera.