La libertad de expresión es decir lo que la gente no quiere oír.(George Orwell)


BLOG DE PERIODISMO URGENTE



martes, 24 de noviembre de 2009

El PADRE ZAPATERO


El Presidente del Gobierno es un padre moderno. Le gusta columpiar a sus hijas a dos manos, ahora la patronal, ahora las centrales sindicales. A ambas impulsa a cada instante con ese ademán inseguro que mezcla la sonrisa frágil entre lo tímido y lo sincero. No sé si sus hijas le respetan mucho. La patronal lo tiene mejor para mostrar sus sentimientos. Está en su papel: papá ayúdame que tenemos una crisis profunda y hace falta una reforma del mercado laboral, avalada por todos los expertos.


Para las otras, las centrales sindicales, la cosa no está tan clara. Se alegran de que su padre las deje hacer, si, pero andan con la mosca detrás de la oreja. A lo peor es que papá no sabe bien cómo afrontar esto. A lo mejor es que está convencido de que las reformas caeran por su propio peso y por eso no nos aprieta porque sí o sí nos tocará hacerlo.






A mí me da la sensación de que el presidente sabe lo grave que es esta crisis; pero sabe que patronal y centrales sindicales sólo llegaran a un acuerdo cuando se necesiten sin remedio. Ahí es donde el presidente les dirá: "... veis hijas, como no había que hacer eso,¿ por fin habéis llegado a un acuerdo?, pues rápido, que sois la comidilla del país y no hay tiempo."






Y si sus planes se cumplen, nos habrá dado una lección. Ésa que dan los padres modernos a sus hijas e hijos pequeños: no tratan de imponer su autoridad, prefieren que ellos vean las consecuencias de sus actos. Zapatero, como todos nosotros, actúa igual en casa que en el Gobierno. Aunque con el tiempo, quizá más de uno o de una le pregunte: ¿Papá, cuando era niña, cómo me dejaste hacer eso?

miércoles, 18 de noviembre de 2009

LA COLA DEL ALACRÁN



Nuestro país ha pagado el rescate a los piratas de Somalia por el secuestro del atunero Alacrana, si, pero gracias a ello ha logrado salvar la vida de su tripulación. Hasta ahí nadie debería poner en cuestión la labor del Gobierno español. Pero el asunto trae una cola tan larga y venenosa como la del alacrán.


Me pregunto si el armador del barco habrá pagado parte del rescate. Lo digo porque la responsabilidad última de faenar fuera de la zona de seguridad fue suya, ya que dentro de ella quizá hubiera menos pesca pero más seguridad. Los pescadores estaban de acuerdo, sin duda, pero su decisión debería hacer reflexionar a los demás pesqueros a la hora de seguir trabajando al margen de dichos límites de seguridad. La Operacion Atalanta, encargada de vigilar militarmente ese perímetro de seguridad cuesta más de dos millones de euros al día, por lo que debería de haber algo más que una recomendación a los pesqueros para que no salgan de esa zona, aunque pesquen menos.


Me pregunto si el barco tenía un seguro contra secuestros como tienen muchos otros pesqueros. Un seguro que, por cierto, aunque caro, carísimo, ha bajado de precio, ya que las compañías aseguradores han ofrecido precios competitivos debido a la demanda en aumento provocada por el riesgo creciente de piratería.¿No debería pagar parte del rescate la compañía de seguros?


También quisiera saber si España junto con la Unión Europea trabajan en seguirle la pista a los piratas que abordaron el barco hace 48 días, porque una cosa es pagar el rescate y otra decir, "pelillos a la mar" que aquí no ha pasado nada.


Me pregunto igualmente por lo que pensará todo el pueblo vasco y en especial los nacionalistas más o menos radicales, al comprobar cómo el Estado español ha puesto en marcha su maquinaria militar y de inteligencia para gestionar esta crisis. Que a nadie se le escape su silencio revelador.


No puedo olvidar otra reflexión sobre lo ocurrido. La violencia, la piratería, el terrorismo marítimo, no son más que lo de siempre: el producto de la pobreza, la corrupción y la falta de implicación internacional en Somalia, un estado fallido del que nadie se ocupa porque de momento no tiene ni petróleo, ni diamantes, ni coltán. Sólo tiene pobres de solemnidad dominados por señores de la guerra divididos en clanes dispuestos a sobrevivir a costa de los que se acercan a sus aguas.


Finalmente queda el ¿y ahora qué?. Qué condiciones va a poner España a sus armadores para que no pase de nuevo. ¿obligará a faenar sí o sí a los pescadores dentro del círculo de seguridad? Muchos diran que Papa Estado no puede hacer eso; no porque estaría ejerciendo un intervencionismo intolerable, no. A Papá Estado sólo acudimos para que nos salve el pellejo. Después, que se quede en casa que ya somos mayorcitos para saber de lo que es capaz la cola del alacrán.