La libertad de expresión es decir lo que la gente no quiere oír.(George Orwell)


BLOG DE PERIODISMO URGENTE



lunes, 4 de julio de 2011

ESCUELA DE CALOR




Llega el mes de julio y con él una oportunidad de descansar para miles de niñas y niños. Tras un año difícil de estudios, clases extraescolares y estrés infantil, al parecer inevitable en estos tiempos que corren, se cierne sobre ellos una nueva amenaza. Los expertos en educación infantil y los propios centros educativos reivindican para nuestros hijos la necesidad de parar, de jugar a su aire, sin directrices, incluso de “aburrirse”, simplemente. Entendamos esta palabra como la necesidad psicológica de no estar todo el día haciendo cosas, de poder estar tranquilos y sin demasiadas obligaciones.



Pero parece complicado compaginar ese derecho a “no hacer nada”, tan necesario para el descanso mental de los niños con la vida laboral de los padres. Ahí llega el temido campamento de verano, una escuela de calor muy cuestionable, que si bien puede ser positiva para algunos pequeños, no deja de ser una nueva obligación que les hace madrugar a todos, cumplir con un calendario y seguir haciendo actividades extraescolares que acaban con sus deseos de jugar.



El campamento de verano, urbano casi siempre es, al final, un aparcaniños mientras los padres trabajan o se los quitan de encima. Los profesores así lo reconocen: es una necesidad de los padres, no de los niños y al final lo que ocurre es que no paran de tener obligaciones un mes más. De nuevo podemos mirar a otros países quizá más avanzados en materia educativa y familiar donde ponen en práctica la conciliación familiar que tanto reclamamos en España a las empresas, sólo que ésta conciliación nos "cuesta" reclamárnosla a nosotros mismos, porque nos duele en los días libres mal entendidos.



En Europa, muchos padres o madres ya se cogen vacaciones unos días, por separado, precisamente para poder estar con los hijos, aunque eso suponga luego no irse un mes entero a la playa. Así, los propios padres o madres aprovechan una semana cada uno para llevar a sus hijos a museos, a conocer sus propias ciudades a caminar por el campo o cazar mariposas y especialmente, que es de lo que se trata: a estar con ellos y darles lo que más necesitan, aunque no lo crean: su tiempo.



Volvemos a los psicólogos infantiles, a los terapeutas que recomiendan "horas de vuelo" con los hijos, esa labor tan ingrata, especialmente para los papás de género masculino y nacionalidad española. Por eso, me pregunto, ¿es posible evitar el campamento de verano?, ¿es realmente necesario para los niños?, ¿no hay manera de repartir las vacaciones familiares para que uno de los padres esté un tiempo con sus hijos?.



Se me ocurren estas y otras preguntas porque creo que la dinámica diaria del resto del año nos empuja a no querer disfrutar de ellos tampoco en julio porque hemos perdido la costumbre. Y el plural utilizado es mayestático, palabra. La escuela de calor, como decía la canción, es la solución más cómoda. Para la otra, hace falta valor.