La libertad de expresión es decir lo que la gente no quiere oír.(George Orwell)


BLOG DE PERIODISMO URGENTE



miércoles, 17 de agosto de 2011

DE MADRID AL SUELO

En estos días me toca cubrir los actos del JMJ y la visita del Papa, Benedicto XVI. Madrid es una ciudad que casi está en estado de excepción: cortados durante siete días los ejes centrales de Prado-Recoletos y Plaza de España-Gran Vía hasta Cibeles. Más de 60 líneas de autobuses han cambiado su ruta habitual y se cierra el espacio aéreo para los vuelos privados, además de cortes eventuales de calles afectadas por el dispositivo de seguridad.


No cabe duda del interés de Ayuntamiento y Comunidad de Madrid por ofrecer el máximo de seguridad y comfort a la organización de la Jornada Mundial de la Juventud. Sin duda estamos ante un evento de máximo interés social y mediático mundial que seguirán 700 millones de personas por los medios de comunicación de más de 170 países. Madrid es estos días punto de atención del planeta.


Nada que objetar, salvo un exceso de celo por apoyar y ensalzar una visita con la que muchos madrileños no comulgan o ignoran, pero que tampoco rechazan. Por suerte, siempre es así, pase lo que pase. Así es mi cuidad: abierta, tolerante y ejemplo de resignación cristiana y de la otra, ante las continuas manifestaciones de fe, deseo o denuncia que siempre ocupan sus calles.


Madrid tiene más paciencia que el Santo Job. Soporta los gritos de los indignados, sus acampadas imitadas por el resto de Europa, las protestas de sindicatos, de agricultores, de funcionarios, las fiestas orgullosas de gays y lesbianas hasta altas horas, la invasión de los peregrinos que por ahora no consumen más que bocadillos y agua mineral y también las manifestaciones contra el Papa.


Vivimos en la ciudad altavoz del mundo, donde todos pueden decir y hacer de todo, envidiada por ser la capital que luego les deja a todos hacer lo que en su ciudad no nos dejan, donde unos se manifiestan contra lo que manifiestan otros, donde se puede ser perroflauta, católico, ateo, transexual, vasco, catalán, o culé e ir, por cierto, a Cibeles con la camiseta del Barça a "celebrar" la victoria azulgrana; donde se puede ir con velo y rezar a Alá en una gran mezquita, donde se celebra el año chino o el Ramadán, aunque se ataquen los pasos de Semana Santa, donde se puede llevar a hombros a José Tomás y protestar contra los toros. No nos importa de verdad. Si ése es vuestro deseo, aquí podéis hacerlo.


Porque Madrid es el mundo entero; un aleph castizo donde cabe hasta la última opinión, hasta el último grito. ¿Que por qué somos así?, no tenemos la respuesta. Tampoco tenemos bandera, idioma especial ni moneda. Quizá nos falta amor propio o conciencia de grupo, como los que denuncian o profesan.


Sólo pedimos un poco de compasión. Somos tan de todos que no podemos ser nosotros mismos, que no nos queda tiempo ni lugar para vivirnos. Por aquí vuela tanta gente que sólo podemos ir de Madrid al suelo. Hemos perdido la costumbre de mirar al cielo, de ser madrileños. Aunque empiezo a pensar que hace tanto que no lo somos que serlo significa ya no serlo. Soy de Madrid, igual que vosotros. Así que haced un hueco y dadme la bienvenida, los que venís de fuera.