La libertad de expresión es decir lo que la gente no quiere oír.(George Orwell)


BLOG DE PERIODISMO URGENTE



martes, 20 de diciembre de 2011

MONSTRUOS DE NAVIDAD

En estos días miles de padres salimos a los centros comerciales para ver cómo son esos juguetes monstruosos que los niños piden a Papa Nöel y los Reyes Magos. A mis hijos les explico que no todo lo que desean tener es posible. Ellos asienten entre la resignación y la esperanza.

Cuando entro en las jugueterías me encuentro con que lo que escribo es pura realidad: A pesar de la crisis, el consumo es tal que los juguetes estrella de estas navidades ya no están disponibles y cuanto menos educativos, más difíciles de encontrar. Tomo como ejemplo la muñeca Monster High y todo su universo, una especie de Lolita erótico-vampiresa, con colmillos draculinos y curvas sinuosas cuyo aspecto sensual premeditado por el fabricante incita inconscientemente a las niñas a introducirse en el mundo adulto de la atracción prematura entre preadolescentes. Sus armas: la envidia, el gusto por una imagen exagerada, minifalda, taconazos, bocas y ojos repintados para ellas, y para ellos cazadoras sin mangas, cresta, gafas de sol y aspecto de matón de High School.
“Estamos divinas de la muerte”, reza su etiqueta o su página web. Es el juguete del año, una derivada de la moda Vamp que tanto embriaga a los niños y niñas que están a punto de dejar de serlo. Bueno, sé que es la llamada de la selva para ellos, como lo fue en su día para mí, aunque en mi selva había más árboles, más lianas, un balón en un descampado y una buena pandilla real, no virtual.

Voy de un centro comercial a otro. En todos pasa lo mismo, esas muñecas se han agotado. Hay lista de espera, subastas en Internet y gente madrugando para entrar en la juguetería que dice tener alguna de ellas. Me debato entre satisfacer a mi hija o explicarle lo divertidos que son los juegos de mesa con los que pasamos ratos de invierno inolvidables.

Me la llevo a ella y a su hermano a las tiendas de juegos educativos, donde hay juguetes para plantar huertos con semillas, desenterrar dinosaurios, construir casas de muñecas y mecanos espectaculares. Les gustan, se implican, se divierten, se olvidan de todo por unas horas montando un T-Rex, regando mini plantas o haciendo un avión con patas pero se miran de reojo entre ellos cuando hojean las catálogos de los monstruos y suspiran.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

DE PUENTE

Los madrileños más castizos y los que no lo son, utilizan la preposición ”de” como locución adverbial de modo, para definir un estado de ánimo temporal, que tiende a durar poco. "Aquí... de lunes" o "ando de bajón", son expresiones y, en el fondo, lugares comunes que utilizamos a menudo para que los demás comprendan nuestra manera de afrontar algo.

Con la crisis, sin duda ambos ejemplos se hacen más palpables y poco discutibles, aunque los usemos más por inercia que por ajustarnos a la realidad. Es probable que muchos se sientan así: de lunes, sin pensar que eso significa estar en el trabajo un lunes, algo que en si ya es un lujo. De hecho, tengo a mi alrededor gente que lo está pasando mal, con la que afortunadamente no me puedo comparar, porque siempre hay personas que están peor que uno. Y como no voy a quejarme de lo que no debo, no lo hago.

Muchos de esos conocidos, sin acordarse del rosario de penas que contaron hace diez días, me cuentan sus planes para irse en estos puentes y fiestas navideñas a pasar unas cortas vacaciones; con casa rural, avión, forfait de esquí, etc, incluidos, que me dan qué pensar...

Me alegro por ellos pero: O no hay tanto paro, o es posible que haya demasiada economía sumergida, o nos quejamos demasiado o nos gusta dar pena o no nos va tan mal o seguimos disfrutando del momento y salga el sol por Antequera o como decía aquel: “...no es que en España se libre mucho, es que siempre libramos los mismos.”

Que no hay tanto paro, lo dudo; que hay demasiada economía sumergida, lo supongo; que nos quejamos demasiado, también; que nos gusta dar pena... creo que lo justo, porque para chulos, nosotros; que no nos va tan mal, ya saben que lo comparto y que nos gusta disfrutar el momento hasta puede que sea bueno.

Debe ser por eso que el otro día llamé para interesarme por una cabaña en la sierra y me dijeron que estaba todo reservado. Me alegré por el consumo (nunca imaginé que algún día escribiría esta frase) y me alegré por vivir en un país que, a pesar de todo, sueña con irse de puente aunque esté a un pelo de vivir debajo de él.







jueves, 1 de diciembre de 2011

INVIERNO POCO HECHO

Aún está por llegar pero ya se acerca. Será una época larga, unos días oscura pero otros, amanecerá luminosa, radiante y fría; ese frío seco que nada tiene que envidiar al húmedo de la costa, menos apetecible en esta época del año.

Hablo del invierno que nos espera. Repleto de atascos  para ir, para volver, pero también lleno de esperanza, de ganas de seguir adelante, de nuevos proyectos con los que no contábamos, de impensables soluciones que aparecen para paliar lo que hasta ahora nos preocupa.

¿Qué sabemos de lo que nos traerá este invierno?, sólo suposiciones, nada más. Quizá un nuevo mega centro comercial a la vuelta de la esquina. Sí, cerca de mi casa hay uno a punto de estrenarse (¡con la que está cayendo!), tal vez una matrícula en la UNED para mejorar nuestra cualificación, una oferta de segunda mano con pocos kilómetros para comprar un coche que nunca hizo falta que fuera nuevo o incluso una oferta de trabajo... ¿por qué no? ¿Alguien puede asegurar que este será un crudo invierno?

No voy a quedarme sentado a ver si se confirma lo que auguran los pesimistas. Porque en nuestro país hay mucho por hacer, por crear, por disfrutar. Y eso que no hemos hablado de la nieve, que parece que caerá. Y ya se sabe, año de nieves...

Creo que nos sobran los motivos para abrigarnos bien porque será un invierno frío, pero como todos los inviernos y habrá que saborearlo en cada momento. Tal vez con un buen libro en casa mientras caen los primeros copos, con una buena tertulia de amigos, como las de antes, con un juego de mesa en familia. Quizá con una buena excursión por ese camino que conocemos desde que éramos niños y no necesitábamos tantas cosas, ese sendero al que no hemos vuelto y que seguro que nos parecerá más pequeño y menos misterioso de lo que  nos parecía entonces y después... un caldo  con una chispa de Jerez para calentar el alma.

Así puede ser el invierno, un momento para el progreso personal, a pesar de los malos momentos, una época fértil para sembrar lo que pueda crecer en primavera, un periodo de prueba para darnos a conocer y ofrecer lo mejor de nosotros mismos, una oportunidad para demostrar que podemos seguir siendo mejores, que sabemos renovarnos, que podemos pasarlo sin miedo.

Porque, al final, el invierno pasará tan rápido como pasa el otoño y casi nos dará rabia no haberlo aprovechado. A pesar de los pesares, éste no tiene por qué ser un crudo invierno. Dejémoslo en poco hecho. En realidad, está por hacer.