La libertad de expresión es decir lo que la gente no quiere oír.(George Orwell)


BLOG DE PERIODISMO URGENTE



jueves, 29 de noviembre de 2012

PÓLVORA SANITARIA

El conflicto sanitario que afecta a comunidades autónomas como la madrileña, especialmente  a los hospitales y centros de salud, ha sido siempre y en el fondo,  un asunto de compromiso.

Si los políticos del PP quieren que la gestión sea privada es porque la gestión pública sale más cara. ¿Por qué? Bien, ahora lo veremos pero seguro que todos tienen su razón:

El gestor público de lo público sabe que dispara con pólvora del rey y eso, a la larga, relaja su conducta y nos sale más caro a todos. Ése es el argumento del actual Gobierno de Madrid. Tiene su razón.

El gestor privado de lo público sabe que la administración estará más contenta cuanto más consiga ahorrar en gasto sanitario y eso supone que nos escatimen una radiografía. Ése es el argumento de la "marea blanca". También tiene su razón.

Pero ¿por qué el gestor público no puede hacerlo igual de bien que el privado? Quizá porque no está motivado. Porque va a cobrar lo mismo si le salen las cuentas como si no. El gestor privado sí tiene ese aliciente: cuanto mejor gestione, más gana por contrato. Por eso ahorra a toda costa en la pólvora sanitaria. Como si fuera suya.


Bien, he ahí el principio activo que mueve dos ideologías, la liberal y la social. Sin duda, la liberal acaba obteniendo beneficios y cuadrando cuentas pero no revierten en el ciudadano. Y de paso le demuestra a la social que cuando hay dinero por ganar, los números cuadran.

Pero en materia sanitaria pública creo que lo de menos son los beneficios. Basta con cuadrar las cuentas, que no es poco. Por eso, ¿no hay desde lo público una fórmula que incentive a su administrador para que no tenga que venir otro privado? Seguro que sí.

Como contribuyente, no me importaría recompensar de algún modo a los gestores sanitarios públicos, médicos, enfermeras/os y celadores, con tal de saber que si en consulta no me prescriben una resonancia no es por ahorrar costes sino porque realmente no la necesito.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Fiesta de difuntos

   
   La noche de Difuntos se ha convertido desde hace unos años en una fiesta anglosajona más que apuntar al calendario de celebraciones españolas. Máscaras, disfraces, sangre de bote y monstruos de la risa, corren por los portales de España como la pólvora. Y de la fiesta que tanto nos gusta hemos pasado a la macrofiesta como si de un fin de año se tratara.

Hemos dejado aparcado el respeto y recuerdo a los que nos faltan para convertirla en un desfile de zombies que aprovechan para beber alcohol y desmelenarse hasta el límite. Hasta ahí, todo bien o casi bien. Debemos aceptarlo porque no se puede evitar lo inevitable. Pero este año la tragedia ha ido mucho más allá del gamberrismo de los chavales que tiran huevos contra las casas y lanzan petardos a medianoche.



Este año hay que sumar varios muertos a la lista de los que recordamos en la madrugada del 1 de noviembre. Mientras escribo estas líneas varias familias lloran al menos a cuatro jóvenes que han muerto en el Telefónica Arena, víctimas de la fiesta llevada al éxtasis, al exceso de aforo o a la poca previsión de los organizadores.

Dimisiones políticas aparte, que siempre son oportunas, porque me recuerdan que siempre hay un último responsable, está claro que quien organizó la macrofiesta se ahorró todo lo que pudo en seguridad y personal: en sueldos, en dos palabras. Y esto irá a más porque la noche de difuntos es ya un clásico para consumir y que nos consuman.

Halloween ha dejado de ser un rato de ocio de niños que suben y bajan escaleras pidiendo chucherías por los portales para convertirse en un botellón más.

 

Es cierto que la crisis es motivo suficiente para olvidarse de ella por una noche y sacar los colmillos de plástico y las caretas de goma. Pero, ¿era necesario esa tragedia?, ¿es necesario salir a armar ruido y recorrer las calles ensuciando todo?, ¿es necesario celebrarlo hasta el límite de la consciencia a base de música infernal, pastillas y otras drogas?

 

Sin duda vivimos en un momento de tensión tan grande que cualquier excusa es buena para abrir la espita y soltar la presión que llevamos dentro. No podemos reprochárnoslo con la que está cayendo pero también es sano hacer una excursión de amigos por la montaña.

Si me dan a elegir entre truco o trato elijo trato: vosotros os divertís pero a cambio respetad mi tranquilidad, mi pueblo y mis calles. Quizá así el año que viene haya menos difuntos a los que recordar. ¿Hay paradoja semejante a la de morir celebrando una noche como esa?