La libertad de expresión es decir lo que la gente no quiere oír.(George Orwell)


BLOG DE PERIODISMO URGENTE



lunes, 29 de noviembre de 2010

Esta Navidad, regala consumo

¿Y esta Navidad 2010 ...qué hacemos, ahorramos o gastamos? Es la peor paradoja de la economía actual porque normalmente una cosa será mejor que la otra en función de nuestras posibilidades.
Si no andamos bien de dinero ahorramos y si nos sobra podemos hacer un gasto extra. Así ha sido siempre, ahora ya no. Ahora le va mal a casi todo el mundo y eso nos obliga a consumir si no queremos quedarnos mañana sin trabajo.
Hemos llegado a una economía globalizada tan sensible que ahorrar puede volverse en contra si todos hacemos lo mismo. Los expertos creen que este mes gastaremos un 1’2% menos que el año pasado: unos 600 euros por familia. Y nos recuerdan que salir de compras y gastar lo poco que tenemos puede ser el mejor regalo que nos hagamos. ¿Por qué?, porque si nadie compra nadie vende y nadie gana y no hay para pagar sueldos y nos echan y entonces tendremos menos dinero y... ya saben el final de la historia: más paro, más pobreza.

Por eso es bueno gastar. Eso reactiva el consumo y mantiene a flote a las empresas. Por pequeño que sea el gasto. Lo importante es que todos los que podamos gastemos. Como siempre, la fuerza la hace el grupo. Y en este grupo estamos todos. Los que tenemos trabajo y los que no. No hay fórmulas mágicas, excepto que quizá esta navidad gastemos con más cabeza que corazón: hay muchos productos clásicos de estas fechas que suben su precio porque todos queremos estar a la altura del vecino, algo muy español por otra parte. Y eso no es gastar bien.
No somos menos si este año no hay cordero, ni consola de videojuegos, ni viaje a la nieve, ni champán francés, ni jamón de pata negra, si no vamos sobrados. La Navidad, como la vida, tiene sus luces y sus sombras, pero también sus cenas, sus regalos y sus cabalgatas que están a la vuelta de la esquina. Quizá este año no podamos decir sí a todo.
A pesar de ello, disfrutemos del presente como lo que es: un regalo. Gastemos porque es bueno para todos. Lo único que hay que hacer es utilizar el sentido común, el que nos faltó en los últimos años cuando el dinero estaba barato y nos metimos en créditos poco asumibles. Salgamos a la calle con lo poco que tengamos y busquemos la mejor opción para que no le falte de nada ni a nuestra mesa, ni a nuestra familia, ni a nuestro amigo invisible. Que el futuro no está hecho de miedo sino de buenos propósitos que debemos ir cumpliendo en el presente.

lunes, 15 de noviembre de 2010

SAHARA, PALESTINA ATLÁNTICA

Mi amigo Ridouan me lo decía:” los marroquíes no necesitamos la democracia como vosotros. Nosotros venimos de los Almorávides, nos entregamos a un líder político y religioso que nos lleve con mano dura. Es así.” Ridouan vivía hace veinticinco años en una chabola de Boadilla del Monte. Ahora, mirando al sur, recuerdo mejor sus palabras que su rostro y todavía me pregunto si llevaba razón.
Porque quiero pensar que Marruecos será algún día realmente democrático. Hoy por hoy Ridouan tiene razón. Nuestro incómodo vecino está desplegando su peor talante en el Sahara durante estos días. Mohamed VI sabe que tiene patente de corso en El Aiún a pesar de las acusaciones de violación de los derechos humanos y contra la libertad de prensa.

Detenidos, torturados y miles de jóvenes saharauis en Argelia, dispuestos a asaltar el muro que les separa de Marruecos a pesar de las minas antipersonal que lo protegen. Francia mira para otro lado, su país está lleno de marroquíes dispuestos a echarse a la calle a las primeras de cambio. España no sabe, no contesta, no sea que se aviven las llamas de final de verano en Ceuta y Melilla. ¿La Unión Europea?, no ve o no quiere ver lo que puede pasar de aquí a unos meses al otro lado del Estrecho.

Así las cosas, el gobierno de Rabat actúa, convencido además, de que es Argelia quien extiende las arenas movedizas del desierto para agravar el conflicto en los campamentos ocupados de El Aiún. Y en Tinduf, sede histórica del gobierno saharaui en el exilio, se oye ruido de sables: El Frente Polisario quiere que se cumpla la última resolución de la ONU de 2003, en la que se pide un acuerdo y la libre determinación del Sahara.

Pero eso no va con el rey de Marruecos. Mohamed VI no acuerda nada con nadie. El Sahara es para él, lo tiene claro. Sólo con las riquezas de fosfatos que salen del territorio ya es suficiente para justificar una ocupación que se prolonga desde la Marcha Verde, ordenada por su padre, Hasan II hace 35 años, con Franco agonizante. Marruecos y El Sahara pueden ser en breve la Israel y Palestina del Atlántico.

Y todo eso no es bueno para un país como el nuestro que no olvidará jamás cómo se las gasta el extremismo islámico que vino a Madrid de Marruecos una mañana de marzo, hace muy pocos años.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

MI PROFE-COLEGA


Procuro no perder nunca la capacidad de sorprenderme. La costumbre hace ley y lo anormal ya es normal. ¿Han visto la campaña de la Comunidad de Madrid?: “Defendamos a nuestros profesores”. En pleno siglo XXI y en una de las comunidades autónomas con más desarrollo social, cultural y económico hay que concienciar a alumnos y padres para defender a los profesores. En veinte años hemos pasado del ¡salga de clase! al ¡ya verás cuando se entere mi padre!. Y si acudimos al colectivo afectado, su opinión es demoledora: -alumnos y padres no nos respetan y el colegio, tampoco-, dice David, maestro de primaria.
Lo que hay es miedo a los padres de esta generación. Nos creemos con capacidad para cuestionar los métodos y las decisiones a la hora de suspender, castigar o llamar la atención a los hijos. Nuestros padres confiaban en los profesores, ahora nunca son lo suficientemente buenos para nuestros hijos. ¿Por qué?, ¿no creéis que a los padres de ahora nos falta un poco de humildad, que no somos tan buenos, ni estamos tan preparados como pensamos?, ¿no habrá carencias de tiempo y dedicación con nuestros hijos que queremos que suplan ellos?

Y lo peor es que el centro educativo no quiere problemas con los padres porque enseguida un periódico o una televisión va a aprovechar cualquier incidente para airear el asunto y eso no es bueno para la dirección del centro. Resultado: la cultura del esfuerzo se desvanece poco a poco y las cifras de fracaso escolar no mejoran, por eso tres de cada diez alumnos españoles abandona los estudios obligatorios antes de graduarse.

En la Comunidad de Madrid, donde escribo, el porcentaje ronda las mismas cifras, parecidas a otras regiones de España. No hay motivación, porque de la falta de respeto hacia uno mismo como padres y como alumnos nace la falta de respeto hacia el profesor.

Quizá haya cuestiones de forma, como el tratamiento de usted, que se han perdido por ser demasiado “antiguo”. En el centro donde estudian mis hijos se ha llegado a plantear la posibilidad de hacerlo, pero los primeros en protestar han sido...algunos padres. Es posible que debamos reflexionar sobre si al final, como pasa con todo, no será que tenemos lo que merecemos, aunque siempre se pueda cambiar, sin duda.
Para los expertos, esta falta de límites entre profesor, alumno y/o padres ha hecho que perdamos el respeto por su magisterio y eso ha derivado en un coleguismo de igual a igual adquirido por el alumno con su profesor y con sus padres. Un exceso de confianza que ahora pagamos.

Un profesor me decía al comienzo de curso que tiene que convencer a sus alumnos para que no se vayan de un examen antes de tiempo, porque le dicen: -es que he quedado y como he hecho tres preguntas bien, con eso ya llego al 5-. ¿Puede alguien imaginar la escena de un maestro rogándole a un alumno que no se vaya del examen?

Otra profesora se me echó a llorar el año pasado cuando le dije que no tuviera inconveniente en reprender a mi hijo. Entre lágrimas reconoció: -es usted el primer padre que me da permiso para hacerlo. ¿No es para sorprenderse?. Parece que no.

Hoy por hoy tampoco lo es tener que defender al profesor, ¿de quién, de mí, de mi hijo...? Tengo la impresión de que el problema y la solución están en casa, no en el colegio.