Qué rápido se leen los acrónimos que titulan esta columna y cuánto cuesta pagarlos. Y no sé por cuál de ellos empezar. Pagar el IBI se ha convertido en los últimos tiempos en una pesadilla tal que cada familia tiene que hacer una provisión de fondos a lo largo del año, como en los juzgados, porque si no es imposible enfrentarse a un recibo tan costoso de golpe. Y eso que algunos ayuntamientos ofrecen un 5% de descuento por pronto pago, como hacen con algunas empresas. Pero no somos empresas. Somos ciudadanos que no podemos soportar el gasto municipal en el que se metieron los ayuntamientos en la bonanza y por el que ahora nos sangran.
Seguro que muchos no tienen la suerte de que les bajen el IBI al mínimo legal, como ha hecho el municipio espñaol de Las Rozas, por otra parte uno de los más saneados de España.
¿Y el IVA? Ese impuesto también lo pagamos todos, a cada paso que damos, ya sea por comprar un libro, ir de excursión, al cine o adquirir un vehículo. ¿Qué ocurre? Que casi no vamos, que casi no compramos.
Así las cosas no queda otra que consumir menos o que los políticos nos den pequeñas soluciones. Yo les compro una, aunque haya que pagar con IVA: la iniciativa de varios municipios del oeste de Madrid, encabezados por Brunete que pondrán en común sus servicios de ocio, cultura y deporte para que una mancomunidad de vecinos pueda disfrutar de ellos y de paso aprovechar mejor los recursos y que ningún ayuntamiento se endeude para hacer una piscina y luego me la meta (con perdón) iva incluida, en todo el IBI.
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