No, no me he molestado en mirar si la frase está textualmente escrita en la Constitución de 1978. Es más, prefiero no hacerlo, no sea que me lleve una sorpresa y no aparezca. En todo caso sí sé que más de uno y de dos no estarían de acuerdo con una oración de sujeto verbo y predicado tan sencilla.
A día de hoy, no puedo por menos que darles la razón a todos los que quieren tenerla, en lo que respecta al eterno problema de nuestro país: su identidad geográfica e histórica. Han pasado más de treinta años desde la transición y toda la clase política insiste en mantener viva la llama eterna del frentismo como si fuera un homenaje al soldado desconocido, ése que murió o lo mataron en una cuneta a las afueras del pueblo.
¿Se han dado cuenta de que cualquier asunto político, social o económico siempre acaba teñido del tinte preferido de cada uno de ellos?; socialistas, populares, nacionalistas o comunistas, todos sangran por la herida -con lo que duele eso- para convencernos de que su visión es la adecuada. El Estatut es sólo un ejemplo.
Parece como si unos y otros estuvieran dando vueltas y vueltas sin querer afrontar una pregunta que al final es la que es: ¿España es una nación, o no?, porque a estas alturas, deberíamos saberlo y deberíamos decirles a quienes no lo creen así que no habrá jamás vuelta de hoja o que sí, pero actuar en consecuencia. Eso pasó en Francia o en Inglaterra o en Suiza o en Estados Unidos o en ... por favor, no dejen que siga poniendo ejemplos.
Y si no lo es, si hay otras naciones dentro de España, cosa que va contra el espíritu más esencial de nuestra Constitución, dejemos que así sea, pero no juguemos permanentemente con el mapa. ¿Cómo no va a estar hecho un lío el Tribunal Constitucional con la sentencia de la carta magna catalana?, si es que pretende la cuadratura del círculo en aras de la tolerancia y la convivencia, cuando eso debería de estar ya superado.
Y si no lo está, superemos el asunto por la vía legislativa, no por la jurídica. Y si eso nos da miedo, seamos valientes y de una vez decidamos cuál es nuestro mapa. O, con tal de marear la perdiz ¿es más rentable mantener sine die nuestro problema de identidad por los siglos de los siglos, para dar así vía de escape a los que no quisieron ser España desde que se acabó la guerra?
Los jueces del Constitucional están solos en el laberinto. No hay ningún hilo de Ariadna del que tirar para poder volver al origen del problema, quizá porque el origen -la transición- fue precisamente el problema: sirvió para evitar otra guerra, pero desde entonces todos se la tienen jurada.
Desde entonces, a los nacionalistas catalanes y vascos y quién sabe cuáles serán los próximos, se le administra cloroformo en pequeñas dosis, a ritmo lento, con una de sí y otra de no, alargando los tiempos, dejando que se crean que son lo que hoy por hoy no son, tolerando su permanente melancolía de lo no vivido, de lo que no fueron. ¿Es esa la mejor solución?, ¿hasta cuándo?, ¿no ven que así se polariza el debate político, hablemos de lo que hablemos?
No podemos seguir en el siglo XXI sin tener claro quién es una nación: o España o los demás y a estas alturas eso es lo de menos, pero necesitamos tener eso bien claro. Para poder ser solidarios, para poder votar por tu tierra aunque se viva fuera de ella, para repartir el agua sin conflictos, para poder estudiar en Utrera y ejercer en Cornellá, para que la movilidad laboral no sea un problema... para tantas cosas.
Y si no, de acuerdo redibujemos el mapa, aquí no se presta nadie agua de región a región, cada uno con su lengua, sin poder ejercer su profesión fuera de donde nació, como quieran, pero por favor, a estas alturas, cuando otros países están ya en debates mucho más profundos sobre su horizonte social, energético, sostenible y tecnológico, nosotros no podemos seguir haciéndonos esta pregunta: ¿España es una nación?. Voy a mirar si lo pone en la Constitución.
10 comentarios:
Claro que lo es, lo que ocurre es que catalanes y vascos también quieren serlo y los beneficios que consiguen luego los quieren las demás CCAA, y vuelta a empezar. C.C.
Un análisis equilibrado, al menos aparentemente. Estoy a favor del Estatut pero creo que los jueces del T.C. tienen miedo a tumbarlo. Si cabe en la Constitución, ¿qué mas da?, adelante, no tengamos miedo.
Pues claro, lo que pasa es que la transición se cerró en falso. El problema es que nadie quiere meter mano a la clave del asunto: Cataluña y Euskadi, que no quieren ser lo que son. ¿Por qué no les dejamos que sean lo que quieren ser?, pero con todas sus consecuencias. Todo tiene su lado bueno y su lado malo, ojo.
Ya están los de siempre amenazando. Pues si catalanes y vascos quieren ser una nación no creo que se hunda el mundo por eso. Más valentía, menos palabrerío, que sobran opiniones y faltan acciones. El Constitucional se ha jugado su prestigio tardando tanto. Arganda
Que sí, que hay que cambiar las cosas,, que estos políticos viven de quejarse del problema, por eso nunca quieren que se solucione. España es lo que es hasta que los españoles digamos lo contrario, ¿por qué no un referendum sobre el tema? ah, porque así se acabaría el problema y los políticos se quedarian sin trabajo. Bienvenidos al club. Miercoles al sol
Los ciudadanos estamos preocupados por la economía, la familia y esas cosas y en Cataluña o Euskadi también. Demasiado ruido y pocas nueces. Lo que hablan los políticos no le interesa ni a la mitad de los españoles. Ni el 40% de los catalanes votó el Estatut...
Yo sí lo voté, pero lamento que muchos de los que creía a mi lado no lo hicieran. Al final la pereza puede con las ideas políticas. Cataluña puede ser una nación y no pasaría nada. Carma
Al PSOE el estatut le da igual, si se preocupa de ello es porque necesita a su socio catalán natural, el PSC para seguir gobernando en España y de vez en cuando al CiU para obtener apoyos en el Parlamento y al PP en el Pais Vasco para desbancar al PNV y al ... al final aquí la cosa es tener el poder, las ideas son lo de menos.
¿Pero alguien tiene duda de que el Estatut no es Constitucional?, si lo fuera ya estaría aprobado por el Tribunal C., lo que pasa es que los jueces no saben como encajarlo en la Constitución, sencillamente porque no encaja. Y encima la culpa es de ellos, por favor...
¿No sería mejor saber primero saber cómo queremos convivir, para luego definirlo?.
Puede que la diversidad de criterios dentro y fuera de estos territorios obligue a la sociedad civil a asumir definitivamente el protagonismo para definir el conflicto. Porque si existiera una solución, no creo que pase simplemente por esperar una decisión judicial de un órgano POLÍTICO como es el Tribunal Constitucional.
Si se tratase simplemente de sentimientos de identidad nacional o nacionalistas puede que fuese todo mucho más fácil, pero el problema es que se trata, fundamentalmente, de intereses económicos y políticos: hay MUCHO dinero y poder en juego como para comprometerlo sin más.
¿De verdad que lo prioritario es definir lo que somos o no?.
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