Blind Faith (fe ciega) es la primera entrega de reportajes del libro Watching in Silence que publicamos el fotoperiodista Pep Bonet y yo (Editorial Fonart) en mayo de 2011. Una manera de recordarnos cómo viven los que ni siquiera pueden disfrutar de la crisis, los que no acampan para protestar porque ya nacieron acampados.
Esta primera entrega es una historia experimental en Sierra Leona, donde decenas de miles de personas murieron durante la guerra civil que asoló el país entre 1991 y 2001. Muchos seres humanos quedaron inválidos para siempre a causa del horror y los abusos que provocó el conflicto bélico más sangriento de la historia moderna de África. La escuela para ciegos de Milton Margai en Freetown, acoge a muchos niños, algunos de los cuales son víctimas de la guerra, otros tuvieron la dudosa suerte de ser ciegos de nacimiento y aunque nunca vieron sí padecieron los horrores del conflicto y su desastre humanitario.
En ese centro de atención de invidentes no hay esperanza para ver de nuevo la luz del día pero sí para el consuelo. Con escasos recursos para recuperar el ánimo de los niños a los que el horror arrebató la vista por culpa de las explosiones o las mutilaciones, la escuela abre sus puertas cada día con un coro de voces que invitan a confiar en un futuro de paz. Allí suena la música del piano a diario. Es la luz que les falta en los ojos.
Los niños sonríen ajenos al fotógrafo mientras las yemas de sus dedos aciertan a leer las páginas en un libro escrito en idioma Braille. Son rostros inermes, ajenos a un objeto que les apunta pero que esta vez sólo disparará para grabar en nuestra retina el rostro quebrado de su inocencia. Así es Kinny, para muchos el modelo más universal de Pep Bonet.
En ese centro de atención de invidentes no hay esperanza para ver de nuevo la luz del día pero sí para el consuelo. Con escasos recursos para recuperar el ánimo de los niños a los que el horror arrebató la vista por culpa de las explosiones o las mutilaciones, la escuela abre sus puertas cada día con un coro de voces que invitan a confiar en un futuro de paz. Allí suena la música del piano a diario. Es la luz que les falta en los ojos.
Los niños sonríen ajenos al fotógrafo mientras las yemas de sus dedos aciertan a leer las páginas en un libro escrito en idioma Braille. Son rostros inermes, ajenos a un objeto que les apunta pero que esta vez sólo disparará para grabar en nuestra retina el rostro quebrado de su inocencia. Así es Kinny, para muchos el modelo más universal de Pep Bonet.
Un niño ciego que por fortuna no sufrió la tortura perpetrada por los rebeldes, habituados a quemar la vista de otros niños con plástico ardiente. Cada mañana Kinny despierta tras los muros de la escuela buscando en silencio su propia mirada. Con las primeras luces del alba su rostro se ilumina al encontrar la luz entre las tinieblas, como si él y sus compañeros pudieran ver por un instante el sol del que sólo notan el calor en sus mejillas. Es un momento que les devuelve la fe ciega en un nuevo día de paz y que les aleja un poco más de los años del plomo y la pólvora.
La escuela para ciegos de Milton Margai sigue aún hoy en pie. Entre sus oscuras paredes se cuela el brillo del intenso albor que abrasa los rostros de los que nada ven pero todo sienten. Un desafío para el encuadre en el que la luz forma parte de la historia aunque ninguno de ellos pudiera verla. Sin ella no les veríamos igual entre los muros. A pesar de ella, nunca podrán vernos. Ahora usan otra luz, la que llevan dentro para seguir su camino empedrado de tropiezos.
La escuela para ciegos de Milton Margai sigue aún hoy en pie. Entre sus oscuras paredes se cuela el brillo del intenso albor que abrasa los rostros de los que nada ven pero todo sienten. Un desafío para el encuadre en el que la luz forma parte de la historia aunque ninguno de ellos pudiera verla. Sin ella no les veríamos igual entre los muros. A pesar de ella, nunca podrán vernos. Ahora usan otra luz, la que llevan dentro para seguir su camino empedrado de tropiezos.
Cada fotografía es aquí una historia completa, un enfoque autónomo que no necesita de las demás para ser comprendida. Pero si se observa en silencio la serie entera resulta una epopeya de personajes heroicos, inéditos, perfectos. Os invito a mirar en silencio.
Idea original y desarrollo, Pep Bonet (World Press Photo y Eugene Smith awarded).
Redacción, Ignacio Jarillo
Más información y adquisición de libro:
http://www.pepbonet.com/ (redirigido a web de Noor agency, porfolio global de Pep Bonet y su obra)
2 comentarios:
Fotón, sin duda una historia como esta merece ya un premio. Somos unos privilegiados.
Jo, OMnia, no puedo con estas historias...son durísimas. Esas imágenes me quitan el derecho de queja.
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