La libertad de expresión es decir lo que la gente no quiere oír.(George Orwell)


BLOG DE PERIODISMO URGENTE



jueves, 5 de marzo de 2009

UN GRAN PROBLEMA


"Disfruta la vida, es más tarde de lo que crees". Leo y releo con frecuencia la frase grabada en el anillo de mi dedo índice desde que me lo compré. Nunca me ha gustado ir con adornos en las manos pero cuando lo vi en una exposición de piezas de plata hechas a mano, creadas por la diseñadora María Malo, sentí la necesidad de romper la palabra "nunca" y hacer mío este aforismo.
Hace ya tiempo de eso y sin querer, poco a poco, he practicado cada día el contenido de su mensaje. Desde el principio comprobé lo difícil que resulta vivir la vida como si éste fuera el último día. Hay una corriente predefinida (mainstream, que dicen los sociólogos americanos) que me arrolla cada mañana, haciendo que me ocupe de lo urgente y nunca (¿no había dicho que rompía esa palabra?) de lo importante.

Me paso la vida preparando la vida. Y la vida, esa que tengo en la cabeza, nunca llega. Me ha costado y mucho, dejar de vivir en un agobio crónico, como si no hubiera otra cosa más necesaria que preocuparse por todo. Sólo la rutina puede hacer realmente que nos lo creamos. Lo que queremos, lo que necesitamos no es más que una conducta aprendida que hay que desaprender. No es culpa nuestra, viene de largo.

¿Y cómo se aprende a no preparar la vida, a no esperar demasiado de ella? hay una praxis que funciona. Como funcionan todas las cosas que provienen del sentido común. Sólo hace falta un poco de paciencia y ganas de revisarse uno mismo. Esto requiere práctica pero en poco tiempo (no os miento, hablamos quizá de semanas) es fácil descubrir que en casi todos los cajones que se amontonan en la mente había mucha insatisfacción. Demasiada. Tanta que no sabe uno por dónde empezar. Ahí está la clave.
No hay que empezar por ningún sitio. La insatisfacción era un gas tóxico que respiraba cada día porque me mantenía en tensión, me hacía progresar (no siempre en la buena dirección) y me embriagaba como lo haría cualquier estupefaciente. Pero si ventilamos bien desaparece.

Es el momento del sentido común: ¿qué es lo único que nos haría olvidar la insatisfacción? un Gran problema. Puedo escribir en estas líneas el que quiera, siempre que imagine un Gran problema, uno de verdad. Algo que marque mi vida o las de los que más quiero con el marchamo ineludible de la muerte. Porque sólo ante un Gran problema reacciona el ser humano que llevo dentro.

Sólo entonces se airea la mente de ese gas nauseabundo de insatisfacción. Sólo cuando la amenaza es grave se despeja mi mirada de la neblina caprichosa llena de proyectos innecesarios, ambiciones, quejas atolondradas e injusticias que hasta entonces me hacían ser infeliz. Pongamos que alguien me dice: te quedan seis meses de vida, y el mundo se viene abajo.

¿Qué ocurriría en ese momento?, que comenzaría una etapa de redención, en la que querría a todo el mundo y querría que todo el mundo me quisiera, aunque quizá fuera demasiado tarde; una etapa en la que buscaría a todos los que antes evitaba para darles lo mejor de mí. Leería libros sobre la felicidad, disfrutaría con el olor a tierra mojada o el trino mañanero de los mirlos que se acercan a mi ventana, sería más sensible a todo y lamentaría haber perdido tiempo por el camino, mientras respiraba insatisfacción. ¿Por qué cuesta tanto ser así cada día y no sólo cuando ya no hay remedio?, ¿estoy hecho así, para sufrir por no poder tener siempre más?

Sólo el día que tenga un Gran problema dejaré de respirar gas, comenzaré a respirar oxígeno y entenderé que no valía la pena estar insatisfecho. En estos tiempos difíciles, en los que parece que el infierno está en la cola del paro, no hay como imaginarse saliendo del médico con malas noticias. Sólo entonces comprendería que todo lo que aún no tengo, en realidad es que no lo necesito. Y no quiero darme cuenta de ello demasiado tarde. ¿Voy a esperar a que llegue ése día maldito? Mejor me dedico a ser feliz como si realmente me muriera.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

la vida es lo que estás viviendo , no hay más. los hombres sois bobos , siempre estais esperando el gran acontecimiento para empezar a vivir , y mientras van pasando los años y las personas sin que os deis ni cuenta ...,es al revés , ojalá nunca pasara nada (malo) y todo siguiera fluyendo....

Anónimo dijo...

Ya Ana, pero lo malo siempre llega, eso es ineludible. Lo bueno de lo malo es que te pille habiendo hecho disfrutar y disfrutado. Voto por el Omnia y por tí un poco también por aquello de que los hombres se pasan la vida esperando algo grande y, supongo que eso lo padecen ellas. Josué

Anónimo dijo...

LA INSATISFACCIÓN.

Querido amigo: de todo lo que comentas necesito discrepar contigo sobre tu opinión acerca de la insatisfacción, de cómo intentar olvidarla y erradicarla de nuestras vidas, pero sobre todo, de cómo apelas a la necesidad de la existencia de una insatisfacción o dolor aún mayor (y añadido) al ya existente: un Gran Problema que nos haga revisar esta situación.

Con relación a esto, y estando de acuerdo con que todo lo que hacemos o por lo que nos movemos, responde a la famosa fórmula “cómo conseguir la mayor cantidad de placer con la mínima cantidad de esfuerzo”, estoy convencido de que el placer, la satisfacción, o cualquier emoción o sensación positiva que valoremos, adquiere su significado y contenido por simple contraposición: tiene que haber un opuesto a la satisfacción para que la sintamos como tal por comparación (la insatisfacción).
Por ello sería conveniente no olvidar que la satisfacción o el placer siempre tienden a desaparecer, ya que nuestros deseos, por pequeños y egoístas, serán siempre limitados, y por ello, al no poder satisfacerse de forma duradera, nos volverán generar nuevas insatisfacciones.

Dicen algunos expertos que siempre que esté visible e identificada, la insatisfacción no solamente es buena, sino que es necesaria: solo si nos sentimos insatisfechos o incómodos, generaremos una necesidad real para intentar conseguir una nuevas y mejores satisfacciones, y ese es el motor necesario en nuestro constante aprendizaje como seres humanos.

Anónimo dijo...

Conozco la sensación de haber perdido el tiempo, Omnia Possum. Puedo asegurar que es terrible saber que ya no queda tiempo. Entonces cada minuto vale su peso en oro, pero ya crees que es demasiado tarde. Una entra en una nueva época de clarividencia, en la que lo poco significa mucho y lo mucho es demasiado poco. Después, crees que el tiempo se está acabando y por fortuna te recuperas. ¿Un milagro o los médicos que fueron muy exagerados?
Da igual, pero desde entonces vivo sabiendo el valor que tiene cada día.Mónica

Anónimo dijo...

Contra la insatisfacción, el botellón. Después viene lo jodido, pero de momento vale. De eso se trata no?

Anónimo dijo...

¿Botellón?, por el botellón y cosas parecidas estamos como estamos, sin ganas de hacer cosas, sin retos, sin ilusión. Yo Vivo sola por un Gran problema y no quisiera tener otro, como dice el artículo porque era lo que me faltaba, pero sin duda que lo suscribo. Sólo sabemos quejarnos.¿Cómo era?, ah, si: Más Platón y menos Prozac

Anónimo dijo...

Y realmente todos nos estamos muriendo, mas tarde o mas temprano , pero no hay otra . Dejar de quejarnos , y vivir simplemente. El tiempo hace olvidar aquellos horrores que pasamos alguna vez y no deberiamos dejar de lado tantos que lo estan pasando mal ahora. Ser positivo y disfrutar de cada rayo de luz de cada linea escrita . No digo que sea fácil , pero si te metes en el pozo , de ahi, ya no sales. Ser positivo , cotagia, como la risa. De todos modos me gusta tu artículo, revuelve las tripas.

Anónimo dijo...

COmo decías en tu primeer artículo del OMNIA POSSUM, no voy a tener miedo a la vida. No quiero sufrir por si algún día sufro, quiero ser feliz con lo que tengo, porque conozco a muchos que siguen sufriendo después de tenerlo todo. Adelante, amigo. No te conozco pero este blog tiene un aire limpio y nuevo. Felicidades.

Anónimo dijo...

Te recomendaría el yoga. Así de sencillo. A través del yoga y especialmente la meditación me enseñaron a vivir el presente. No se trata de que tenga que llegar una catástrofe en tu vida para que recapacites y decidas lo que importa el presente. Se trata de situarte en cada momento y disfrutar de él. Un simple ejercicio de distanciamiento de la realidad permite hacerlo y entras en otra dimensión. A mi me cambió la vida.